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miércoles, 19 de mayo de 2010

EDITORIAL:CUANDO LA VIOLENCIA NOS ALCANZÓ

El viejo adagio reza “uno sabe que sale de casa, pero no sabe si volverá”. Esta máxima de la sabiduría popular, tristemente, se ha vuelto cada vez más cruda a partir de la profunda violencia que ha teñido de rojo no sólo las primeras planas de los periódicos o los primeros minutos de todos y cada uno de los noticieros televisivos o radiofónicos, sino también de nuestros planes cotidianos, de nuestras conversaciones, de nuestro andar por las calles del lugar en el que vivimos.

Son muchos ya los espacios que la nota roja ha ido devorando morbosa, pero silenciosamente; quizá esta tendencia sólo es superada por el pseudo-periodismo de farándula. Los tiempos en los que un crimen era algo sorpresivo han quedado muy, muy atrás. Hoy, es posible hacer un macabramente largo recuento de ejecutados por ajustes de cuentas, asesinados por un robo o por algún motivo pasional y homicidios que se cometen sin algún móvil aparente. Pero, además, hay que agregar a los afectados por la supuesta guerra contra el narcotráfico: son ya varios los casos en los que el ejército o la policía –ya sea federal o estatal- ha engrosado los cementerios gracias a su falta de eficiencia o a sus conflictos internos; en efecto, ahora los que nos deberían cuidar están en contra…de ellos mismos.

Tal es el caso de lo ocurrido la mañana del cuatro de mayo. Un compañero nuestro que, como cada día, salió a trabajar a la Dirección General de la Escuela Nacional Preparatoria, repentinamente se vio atrapado en medio de un altercado entre dos orporaciones policiacas; el resultado: el fuego cruzado de los agentes de uno y otro bando le arrebató la vida a nuestro compañero. Y al fantasma de la tragedia le ha seguido el fantasma de la impunidad: el presunto autor del fallecimiento de nuestro compañero está libre bajo fianza.

Así, los trabajadores universitarios nos encontramos de luto. Y aunque siempre es triste colocar una esquela en este semanario, esa tristeza se convierte en impotencia e indignación cuando el deceso se debe a la irresponsabilidad de unos y a la complacencia de otros. Por ello, este medio se manifiesta enérgicamente en contra de estos vergonzosos acontecimientos y pugnamos porque los responsables sean castigados con todo el peso de la ley. Ojalá que esta vez así suceda.

Unión No. 903, 12 de mayo del 2010.

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